" Cuando se reconoce el propio dolor, se diluye...
no para desaparecer sino para integrarse.
Una experiencia vital de atención constante, te hace objetivo,
testigo del personaje, integrador del mismo.
Día a día, momento tras momento.
Cuando meditas, entras en contacto intimo con tu ser,
pero antes hay que ir identificando las partes,
las sensaciones y los pensamientos que te distraen o te arrastran.
Hay un pasadizo secreto que descubrir,
este te lleva hacia tu esencia más pura,
esta conectado directamente con tu centro,
vehiculado con lo más existencial de ti, la respiración.
Si llegas a la meditación para liberarte de un gran dolor,
por una gran ansiedad,
en la que las fijaciones y obsesiones del pensamiento se han apoderado de ti,
es difícil ver con claridad y calmar la mente.
Nos identificamos con lo que sentimos y pensamos ,
liberarse y tomar distancia para observar,
esas sensaciones ,emociones y pensamientos es todo un trabajo,
pero que merece la pena comenzar cuanto antes.
No busques las respuestas para conseguir lo que quieres,
eso que quieres es alimentar tus carencias.
No sientas dolor si no encuentras lo que te hace feliz,
reconoce que el dolor esta cargado de la insatisfacción contigo mismo,
haz las paces en tu interior, no luches, mírate, siente, acepta...
no te apegues a lo que un día te hizo feliz,
ni desees lo que crees que pudiera dártelo,
tampoco lo rechaces de tu mente...MÍRALO.
Después limpia tu mente, déjala pura de toda lucha,
de todo sentimiento, de todo deseo por ningún objeto o persona.
Una mente pura, esta libre de todo
y a la vez se llena de cariño y amor,
alumbra a un ser desnudo que forma parte de todo.
Marina Rodriguez Sardina