CARAS CONOCIDAS DE LA NORMAL
Por Alejandro Miguel
En la ENSM de los sesenta, había glorias locales y verdaderos personajes con prestigio más allá de San Cosme, inolvidable rumbo de muchas batallas.
Las miradas se concentraban en el mítico y casi fauno de cortesía desconcertante: Arqueles Vela, el prosista impar del Estridentismo. También se dejaba querer, un tanto con sequedad, el historiador Agustín Cue Cánovas, izquierdoso declarado y asiduo de la Tribuna de México.
Por allí "también pasaban" Miguel Bueno, filósofo y alto jerarca del INBA, metido en columnas periodísticas de Excelsior; la angelical maestra Rosario María Gutiérrez Eskildsen, con quien se aprendía didáctica del español, aunque deslizara su candor reaccionario; Agustín Mateos, una institución de las etimologías grecolatinas; Arturo Fajardo Carvajal, que a sus ochenta años confesaba que había descubierto que su verdadera vocación era la de violinista; Luis Álvarez Barret, experto en política educativa; Margarita Paz Paredes, "La Venus de Ermilo", que por su obra estaba en las librerías y en los suplementos literarios; el maestro Ermilo Abreu Gómez, miembro de la Academia de la Lengua.
Andrés Henestrosa tenía prestigio externo, pero en el aula tenía facilidad para repetir sus anécdotas. Emma Godoy, mujer vital, daba cursos de estética con gran brillantez, a pesar de su filiación a la derecha.
Ese era, en lo humano, el plantel de Fresno 15, donde lo que se plantaba crecía. ¡Ah!, las muchachas estudiantes eran adorables en todo.
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